 “¿Cómo se puede conocer a fondo el corazón de un hombre? Sólo mediante las lágrimas”. Eso fue lo que dijo el maestro Takuan. No sé cómo llegué a él. Sólo recuerdo el viento y la arena. Las palabras del maestro Takuan se convertían en imágenes al instante que las pronunciaba. Decía tarde y un resplandor grisáceo aparecía en el oscuro muro de su habitación. Le pregunté por los sueños, el cerebro y la realidad; y él, titubeando un poco, me dijo: Los sueños son el mar, el cerebro es la playa y la realidad son las dunas y las ciudades que existen más allá. El cerebro y los sueños siempre se encuentran cerca, tocan sus orillas. “No es agua ni arena la orilla del mar”. Pero existen días en que las olas crecen. Unas olas inmensas cubren la playa y borran las dunas blancas y ondulantes. Las olas llegan a las ciudades y primero envuelven a las mujeres. Cubren la arena. Cubren la realidad. Cuando los sueños llegan hasta esas regiones aparece otra invitada: la locura. |
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